dimecres, 27 de juliol del 2011

SIN DUDA, UNA LECTURA MUY RECOMENDABLE.

Las mujeres que sí pintaron.

Un libro indaga en el camino abierto hacia la igualdad por algunas artistas de Cádiz en el siglo XIX

PEDRO ESPINOSA - Cádiz - 25/07/2011

Una mujer pintora podía ser aclamada. Pero no se celebraba su talento artístico sino la excepción que suponía gozar de una característica eminentemente varonil. En el siglo XIX, en Cádiz, comenzó a abrirse una puerta hacia la igualdad. La Academia de Bellas Artes aceptó dar clases a mujeres y, aunque siempre existieron diferencias, al menos las alumnas podían optar a las lecciones y premios que tenían sus compañeros masculinos. La investigadora gaditana Laura Triviño buceó en los discursos de esa academia para adentrarse en esa leve apertura. Y encontró los nombres y rostros de las mujeres que pintaron en la Historia.

Triviño, licenciada en Filosofía por la UNED y titulada profesional en Música, obtuvo el Primer Premio Nacional de Licenciatura de Humanidades y el X Premio de Investigación Elisa Pérez Vera por su trabajo sobre el papel de la mujer en la Academia de Bellas Artes de Cádiz. Los discursos pronunciados por sus mentores han sido la base de esta investigación que ha resumido en el libro Ellas también pintaban, publicado por Ediciones Alfar.
La Academia surgió en 1789 y en 1852 creó lo que denominó clase para señoritas, la primera de Andalucía, con lo que abría la posibilidad de una educación universalista para que las enseñanzas artísticas fueran extensibles a ambos sexos. "En esta etapa decimonónica se fijó la idea de que una mujer no solo tenía que ser guapa, buena madre y buena esposa. También debía ser culta", explica Triviño. Solo optaba a estas clases la burguesía pero fue, al menos, una oportunidad para incentivar algunas inquietudes que solo podían satisfacerse hasta entonces con lecciones particulares en casa.
Triviño descubrió en los discursos de los académicos dos tipos de reflexiones en torno a la participación de la mujer en el arte. El más preponderante era el de la complementariedad. La unión de ambos sexos era buena para la creación artística. "El hombre ponía la mente; la mujer, el corazón", se llega a leer en algunos de estos textos. Otros discursos, como el de Adolfo de Castro, eran más progresistas y sí apostaban por creer en la posibilidad de un talento real de la mujer. Los dos casos, con todo, eran un avance con respecto a los que en el Renacimiento o el Barroco saludaban a una mujer pintora como casi un milagro de la naturaleza.
El libro no es un compendio de mujeres pintoras sino una reflexión desde el punto de vista del género sobre las desigualdades. Con todo, aparecen breves biografías de algunas artistas que destacaron como Victoria Martín Barihé o Ana Gertrudis de Urrutia. Dieron un paso más allá de ser consideradas señoras con una afición a poder ser recordadas como creadoras. Pero con muchos límites que hasta ellas mismas se impusieron. "No asumieron en sus obras el rol. Ellos se autorretrataban con su paleta y su pincel; ellas, con un abanico". Otras, como Adelaida Labille-Guiard, sí se pintaron con sus discípulas. Asumía su papel de artista y maestra.
Gran parte de las obras de estas mujeres están perdidas. "Ocurrió con muchos cuadros de esta época". En esto hubo igualdad. Se perdieron las de hombres y mujeres, según relata la autora del libro. Otras se conservan y han permitido conocer más detalles de esa puerta que se abrió esos años en Cádiz para que otras, como ellas, pintaran en todos los sentidos.

UNA BUENA NOTICIA.

La presencia femenina crece más de un 50% en el Parlamento turco

De los 550 escaños, 78 serán para mujeres, la mayoría del partido de Erdogan

JUAN CARLOS SANZ (ENVIADO ESPECIAL) - Ankara - 

En un país en el que un 60% de las mujeres cubren su cabeza por razones religiosas, ninguna de las diputadas elegidas el domingo llevará el velo islámico. Tampoco puede haber funcionarias cubiertas con el turban o pañuelo ni, en principio, estudiantes universitarias en un Estado que se proclama laico y en el que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado) arrasó en las urnas con casi el 50% de los sufragios.
Solo el 4% de los cargos son para mujeres en la Administración local
La Gran Asamblea Nacional de Ankara contará ahora con 78 parlamentarias, un 56% más que en la anterior legislatura, en la que solo figuraban 50 diputadas. Se trata de una cifra récord en la historia de la República fundada por Mustafá Kemal, Atatürk, que introdujo el voto femenino en la legislación turca en 1934, antes que en muchos países europeos como Francia, que lo implantó en 1944. Todos los partidos cuentan con diputadas, aunque es el mayoritario AKP el que destaca con 45 escaños ocupados por mujeres.
El Partido Republicano del Pueblo (socialdemócrata laico) cuenta con 19 y el Partido del Movimiento Nacional (extrema derecha), con otras tres. Incluso el Partido de la Paz y la Democracia (nacionalista kurdo) ha colocado entre sus 36 parlamentarios a 11 mujeres, como Layla Zana, diputada en 1991 que se vio privada del cargo al ser condenada a 15 años de cárcel, precisamente por dirigirse a la Cámara en kurdo.
Pero el apenas 14% de presencia femenina en la nueva Cámara legislativa turca no satisface a las nacientes organizaciones feministas, que exigen el principio de criterio de paridad en las listas electorales y que denuncian que los partidos turcos no han cumplido siquiera con la media internacional del 19% de diputadas en los Parlamentos de todo el mundo registrada por la ONU. Los informes oficiales reflejan también que en la Administración local tan solo hay un 4% de cargos ocupados por mujeres.
Los malos tratos infligidos a las mujeres, que afectan a más de un 40% de la población femenina en las zonas rurales, y los llamados crímenes de honor -asesinatos de mujeres acusadas de haber mancillado a una familia por sus relaciones extramatrimoniales- siguen registrándose con frecuencia en Turquía, en medio de acusaciones de creciente conservadurismo social contra el Gobierno del AKP lanzadas por los sectores laicos de la población.
La arquitecta y feminista de Estambul Sena Altundag describe así los cambios. "En los años ochenta yo iba en minifalda por el barrio de Fatih [principal feudo islamista de la ciudad] y ahora le digo a mi hijo que no bese a su novia por la calle para que no tenga problemas. Es la dictadura del miedo, y no tiene nada que ver con el islam. El velo es la bandera política del AKP", informa Blanca López Arangüena.
Como reconoce el ministro para Asuntos Europeos turco, Egemen Bagis, "a pesar de la legislación sobre igualdad, en Turquía las mujeres siguen teniendo pocas oportunidades de educación y no pueden desarrollar plenamente su derecho a un empleo y, sobre todo, siguen sufriendo discriminación en sus puestos de trabajo". La tasa de desempleo femenina supera el 20% en Turquía, casi el doble que la de los hombres.

ENTREVISTA A MICHELLE BACHELET

¡La igualdad, solita, no se da!

JAVIER AYUSO 10/07/2011

Ha sido la primera presidenta de Chile y defensora de la igualdad de la mujer, derechos por los que ahora lucha como directora ejecutiva de ONU Mujeres. Para ello apuesta por la educación, las cuotas y la complicidad masculina.
La igualdad, solita, no se da", dice Michelle Bachelet con energía, pero con voz dulce, cuando se le pregunta por la necesidad o no de mantener la discriminación positiva y las cuotas femeninas. "Cuando hay tal falta de igualdad hay que tener políticas para corregirlo hasta que se produzca el cambio y la igualdad de oportunidades sea algo natural; entonces, no serán necesarias las cuotas".
"Sin igualdad, la sociedad está perdiendo el enorme potencial de las mujeres"

"Revolución es educar, replanterse adónde vamos y si lo hacemos bien"
La directora ejecutiva de ONU Mujeres habla con una sencillez pasmosa de uno de los problemas "más complejos con se encuentran los políticos hoy día" (en palabras suyas). Y es que está absolutamente convencida de que tiene una tarea muy difícil por delante en un cargo al que llegó a finales de 2010, partiendo prácticamente de cero. Considera que "no hay recetas mágicas", que "hay que empezar con la educación de niños y niñas, desde chiquitos", y que "hay que contar con la complicidad de los hombres en las campañas contra la violencia de género".
Michelle Bachelet habla como una metralleta y con el entusiasmo de quien cree que está haciendo algo importante ("uno de los trabajos más nobles posibles, como es lograr la igualdad de la mujer"), aunque se le oscurece un poco la mirada cuando se le recuerda su sufrimiento y el de su familia durante la dictadura chilena, y se muestra sensible al reconocer que echa de menos su casa en Santiago ("allí tengo a mi familia, mis amigos, mis raíces..."). Aun así, se muestra fuerte y comprometida con su trabajo ("me hice política por lo mismo que me hice médica: no puedo tolerar ni la injusticia ni el sufrimiento").
Dejó la Presidencia de Chile el 11 de marzo de 2010, y menos de seis meses después asumía el cargo de directora ejecutiva de ONU Mujeres, con rango de secretaria general adjunta de este organismo multilateral. Así ha sido siempre el ritmo de vida de esta médica pediatra chilena que en septiembre cumplirá 60 años. Una vida en la que ha roto tabúes y tradiciones, y en la que ha tenido que enfrentarse a golpes muy duros que ha afrontado con una tremenda fortaleza.
Tenía 22 años cuando la dictadura militar chilena encarceló a su padre (el brigadier general de la Fuerza Aérea, Alberto Bachelet, miembro del Gobierno de Allende), que murió al poco tiempo en prisión. Michelle pasó a la clandestinidad, y tras ser detenida junto a su madre, Ángela Jeria, en 1975, fueron torturadas en la prisión de Cuatro Álamos. Una vez liberada, se exilió en la República Democrática Alemana hasta 1979, año en que pudo volver a su país.
Participó en la oposición clandestina a la dictadura militar chilena, compaginándolo con su trabajo como técnica de salud. Y con la llegada de la democracia inició su carrera política "legal" en el Partido Socialista de Chile. Con la llegada de los socialistas al poder, en 2000, el nuevo presidente, Ricardo Lagos, la nombró ministra de Salud. Dos años después ocupó la cartera de Defensa Nacional, siendo la primera mujer en el cargo y la primera ministra de Defensa torturada por órdenes del mismo ejército que ahora mandaba.
¿Qué sentía al tener que pasar revista a las tropas, sabiendo que su padre había muerto por la tortura del ejército y que usted misma y su madre también habían sido torturadas? Yo no tenía una mala sensación, ni contradicciones, porque sabía que estar allí, haciendo un buen papel como ministra, era la mejor aportación que yo podía hacer a mi familia. Mi padre era una persona que había amado la vida militar desde su posición de militar demócrata, y mi madre había luchado por la democracia. Por eso, yo sabía que ese trabajo era lo mejor que podía hacer para contribuir a que nunca más pudieran ocurrir sucesos como los que ocurrieron en la dictadura.
¿Y no sentía rabia? No. Fíjese, que no. Cuando en Chile empezamos a vivir en democracia, yo me di cuenta de que uno de los problemas que habíamos tenido era esa falta de relación y de conocimiento entre el ámbito político y el militar. Y yo podía hacer de puente porque tenía los dos sombreros: el de la política y mi experiencia familiar con los códigos militares.
Y del Ministerio de Defensa, Michelle Bachelet decidió dar el paso a la carrera presidencial, cuando Lagos concluía su mandato. El 11 de diciembre de 2005 ganó la primera vuelta, y un mes después derrotaba al actual presidente de Chile, Sebastián Piñera, con más del 53% de los votos. Se convertía así en la primera presidenta de Chile en sus 196 años de independencia y una de las pocas que habían ocupado un cargo de ese nivel en Latinoamérica.
Su primera decisión como presidenta fue formar un Gobierno paritario de hombres y mujeres. Y su última aparición pública, cuando ya era solo presidenta en funciones, en enero de 2010, fue la visita a la víctimas del terremoto que asoló Valparaíso. Poco más de un año después está volcada en su nuevo trabajo como máxima responsable de Naciones Unidas para la igualdad de género.
¿Es usted optimista respecto a lo que se puede hacer desde este organismo? Yo soy optimista histórica [Se ríe]. Es una tarea para la que si uno lo quiere hacer bien tiene que buscar unos resultados sostenibles en el tiempo. Y, sobre todo, es un trabajo que hay que hacer con muchas miradas: económica, social, las costumbres, las tradiciones, los contenidos religiosos... y que requiere una mirada profunda de los procesos que impiden u obstaculizan la igualdad de la mujer. Como en todo, aquí no hay tallas únicas, ni blancos o negros; aquí hay muchos grises y matices que nos lleva a la primera conclusión de que no hay recetas mágicas para solucionar los problemas.
Un trabajo complejo... Sí. Eso lo hace muy complejo, pero como es la vida de compleja. Y volviendo a si soy optimista o no, creo que este trabajo hay que hacerlo, al margen de sentimientos. Porque, cuando no se produce esa igualdad, no solo no se están respetando los derechos humanos básicos, sino que además se está perdiendo ese enorme potencial que pueden aportar las mujeres. Cuando la mitad de la sociedad no está plenamente integrada, en términos de oportunidades y derechos, la propia sociedad sale perjudicada.
¿Cómo afronta esa tarea tan difícil? La tarea no es sencilla, está claro. Yo diría que es desafiante y que, claramente, se puede conseguir. Aunque hay que partir de la base de que hay resultados que no se van a ver a corto plazo. Pero también sabemos, por la experiencia personal, que a veces hay hitos en la historia de las sociedades que producen cambios culturales radicales. Un ejemplo claro es el caso chileno, cuando yo me presenté a las elecciones a la Presidencia de la República y me advirtieron de que el país no estaba preparado para asumir una presidenta. Yo les decía que estaban equivocados, y al final gané en primera vuelta con el 46% de los votos; en segunda vuelta, con casi el 54%, y acabé mi mandato con más de un 80% de aprobación por parte de los chilenos. Quiere decir que al final la gente entendió que hombres y mujeres pueden ser capaces o no capaces sin importar el sexo.
Usted ha dicho en alguna ocasión que quiere ser un catalizador del cambio. ¿Cuáles serían los cambios prioritarios para conseguir esa igualdad? Cuando digo que debemos ser un catalizador me refiero a que nosotros no tenemos que reemplazar la tarea de los Gobiernos y de la propia sociedad civil. En cuanto a las prioridades, yo diría que la primera es empoderar a la mujer; pero no en abstracto. En lo social se ha avanzado mucho y la mujer va asumiendo más importancia en las distintas sociedades. Pero en donde existe realmente una brecha importante todavía es en el liderazgo de la mujer en política. Y no me refiero solo a los partidos políticos, a los que, por supuesto, incluyo. Me refiero al liderazgo de la mujer en todos los ámbitos y puestos de responsabilidad política. Esa es la clave para que puedan aumentar de verdad las oportunidades de la mujer en todos los terrenos.
¿Y en el ámbito económico y social? Esas son otras prioridades. Si la mujer no tiene independencia económica no puede llegar a nada. Yo siempre digo que igualdad equivale a economía inteligente. Es decir, que no solo es correcto, sino que es rentable e inteligente para la sociedad, por lo que pueden aportar las mujeres en el ámbito económico. Y una tercera prioridad es acabar con la violencia contra la mujer. Para ello, hay que incorporar a la lucha al hombre y a los jóvenes, que cada vez están más sensibilizados con el problema. Y todo ello se resume en un objetivo básico que es situar a la mujer en el corazón de la agenda política de todos los Gobiernos. Incluyendo las agendas de paz, seguridad y reconstrucción.
Ha señalado como una de las prioridades de su trabajo la lucha contra la violencia a la mujer. ¿Qué políticas son más eficaces en esa lucha? Hay tanto que hacer, que es difícil decir cuáles son las políticas más eficaces. Lo que está claro es que se puede y se debe actuar en muchos frentes. Hay que intervenir en términos de educación, de justicia, de aprendizaje social..., pero, sobre todo, hay que incidir en aspectos estratégicos. Porque no hay que olvidar que la violencia es una muestra del poder dominante del hombre, y es prioritario que haya unos marcos legales claros en todos los países. No puede haber impunidad para los perpetradores y, además, tiene que existir una política de atención y tratamiento a las víctimas.
Me imagino que los niños y las niñas merecen un trato especial en este terreno... Por supuesto. Los niños y niñas que han sido víctimas o testigos de la violencia doméstica requieren un trabajo especial, porque quedan muy traumatizados por diversas razones. En algunos casos han visto cómo asesinaban a su madre, en otros han sido sometidos a abusos o simplemente han vivido una situación constante de violencia que les puede llevar, en muchos casos, a repetirla cuando sean adultos. Por eso, hay que tener un esquema amplio e integral para atajar ese problema. Hay que empezar muy pronto, desde las escuelas de infancia, generando situaciones de respeto y de convivencia entre niños y niñas que permitan respuestas adecuadas ante situaciones que todos vamos a tener posteriormente en el día a día: me refiero a las agresiones, las frustraciones, indignación... Estas actitudes hay que combatirlas desde chiquititos. Si niño y niña aprenden a convivir desde pequeños, tendremos mucho ganado.
Ha dicho que los hombres tienen que participar activamente en ese proceso... Ese es un aspecto importante: la necesidad de que los hombres participen en las campañas contra la violencia de género. Deben de hacer un esfuerzo grande por decir bien alto que golpear no es un tema de macho. Todavía persisten actitudes complacientes entre los hombres que les llevan a decir, "por algo la habrá pegado", o "quien te quiere te hará llorar". Nada justifica maltratar a otra persona. Y aquí volvemos al planteamiento inicial estratégico de que la violencia es un asunto de poder, y que hay que empoderar a la mujer para que diga basta.
Volviendo a otras prioridades, usted ha dicho que la mujer tiene que estar en el centro de la agenda política. ¿Cuáles son los puntos esenciales para la igualdad? En primer lugar, yo quisiera insistir en que una sociedad que no aprovecha el conjunto de sus potenciales está perdiendo una parte importante de sus oportunidades de futuro. En la mayoría de las sociedades actuales, los hombres pueden desarrollar todos sus potenciales, y las mujeres, no. Lo que quiero decir es que hay que actuar con una mirada transversal, plantearse en cada una de las políticas si existe realmente igualdad entre hombres y mujeres, y actuar en consecuencia, incorporando políticas que supongan igualdad de oportunidad y de derechos. Todavía hay países en los que las mujeres no tienen los más elementales derechos. Por eso, yo propongo siempre tener la mirada de la diferencia que supondría incluir en todas las políticas aquellas medidas que ayuden a que las mujeres puedan superar los obstáculos con los que se encuentran. Si no, es como hacer una carrera de 100 metros lisos en la que los hombres corren por una calle libre y las mujeres tienen que correr saltando vallas. Puede que alguna mujer sea tan maravillosa que gane una carrera, pero la mayoría quedarán detrás de los hombres. Cuando hablo de situar a la mujer en el centro de la agenda política quiero decir que cada vez que se vaya a tomar una decisión, el político se plantee cómo va afectar a hombres y a mujeres.
¿Qué opina de la discriminación positiva y las cuotas femeninas? Hace 15 años se fijó un objetivo general de conseguir que el 30% de los parlamentarios del mundo fueran mujeres. Hasta la fecha lo han conseguido 18 países y solo 5 de ellos lo han logrado sin cuotas obligatorias. Es muy difícil avanzar rápidamente sin cuotas o sin lo que algunos llaman acción afirmativa o discriminación positiva. Es como cuando pensamos en políticas de equidad o de igualdad y no actuamos contra los obstáculos que existen en la vida diaria de las mujeres. La igualdad, solita, no se da; ni en el interior de los partidos, ni en el acceso a la financiación de las campañas electorales de las mujeres, ni en la conciliación de la vida privada y la profesional... por tanto, cómo nos podemos plantear que hombres y mujeres puedan llegar a la vez a la meta cuando están partiendo de lugares distintos. Cuando hay tal falta de igualdad hay que tener políticas para corregirlo, hasta que se produzca el cambio y la igualdad de oportunidades sea algo natural. Entonces, no serán necesarias las cuotas. Pero yo me hago siempre una pregunta: ¿por qué la gente solo se plantea los méritos de las personas cuando hablan de mujeres?
Hay también un aspecto cultural muy importante que subyace en todas las actitudes de los hombres y que lleva muchas veces a las mujeres a sentirse frustradas, porque después de haber conseguido llegar profesionalmente a donde querían se encuentran con que en casa no tienen la ayuda de su pareja y tienen que cargar con doble trabajo. En algunos casos les lleva a preguntarse si les ha merecido la pena el esfuerzo... Yo recuerdo la anécdota de la directora de una importante revista feminista en Chile, que en un momento dado decía que había luchado toda su vida por la liberación femenina y que lo que había conseguido era estar separada, tener que educar sola a sus hijos y mantener una jornada laboral que nunca se acaba. ¿Qué liberación es esa? Yo misma he tenido esa sensación, porque trabajaba de ministra siendo los hijos muy pequeños y sentía muchas frustraciones.
¿Qué hay que hacer para que la conciliación sea real? Lo primero y más importantes es la necesidad de un cambio cultural en el que hombres y mujeres compartan la responsabilidad de la casa y de los hijos. Es verdad que las nuevas generaciones ya van asumiendo esos papeles, pero hay que seguir estimulándolo en la educación y con ejemplos claros desde el punto de vista político, como medidas que permitan a los padres disfrutar de bajas por paternidad. Hay que seguir educando a los niños desde muy pequeños sobre la igualdad y la corresponsabilidad. Además, hay otros aspectos que pueden ayudar a la conciliación, como las guarderías, o las políticas de empresa que flexibilicen la presencia, en los casos que se pueda, o las políticas que incentiven la maternidad desde el punto de vista económico. Todo, menos no hacernos cargo de la realidad del problema. Hay que actuar.
La entrevista se celebra en un hotel de Madrid durante una visita relámpago de Michelle Bachelet a la capital de España. Sus ayudantes le indican que tiene que partir a la siguiente cita, pero la directora ejecutiva de ONU Mujeres mira el reloj y pide un poco más de tiempo. Se ve que disfruta del compromiso con su trabajo. "Mi primer objetivo hoy es que la organización que dirijo sea lo más relevante posible cuanto antes". Al final ganamos unos minutos para algunas preguntas más personales.
¿A qué ha tenido que renunciar por su vida política? Tal vez a etapas de la vida de mis hijos en las que me hubiera gustado poder estar más cerca de ellos.
Usted ahora vive en Nueva York y en los aviones. ¿Echa de menos a su familia, a sus hijos? Yo tengo tres hijos, de los que dos viven en Chile y una en Argentina. También viven en Chile mis dos nietos y mi madre. Y la verdad es que los echo muchísimo de menos; me encantaría poder estar más tiempo con ellos, aunque si estuvieran conmigo en Nueva York tampoco los vería mucho, porque no paro de viajar. Los echo tanto de menos que no me veo muchos años fuera de Chile. Allí tengo a mi familia, mis amigos, mis raíces, en definitiva.
Una última pregunta. ¿Sigue siendo revolucionaria? Ja, ja... [Se ríe con ganas]. ¿Quién sabe cómo me calificarán los jóvenes de mi país? Para mí, revolución es educar; revolución es la capacidad de no quedarse apoltronada en el sillón, o atornillada en un cargo, sino replantearse permanentemente adónde vamos y si lo estamos haciendo bien, con sentido autocrítico y sin que eso suponga inseguridad. En ese sentido, yo siempre voy a estar por mejorar las cosas, nunca voy a creer que no hay cambio posible. Habiendo dicho eso, también mantengo mi espíritu de justicia social, de intolerancia al abuso de todo tipo, y en ese sentido mantengo los mismos valores y principios que antes. Pero he aprendido que esos valores y principios se pueden llevar adelante con distintos instrumentos. Yo no me quiero calificar con ningún apellido, porque eso al final no es real, pero sí puedo decir que nunca voy a estar enamorada de mi obra, sino de la gente, de la acción, de lo que hay que hacer.

Ni injusticia, ni sufrimiento

Michelle Bachelet nació en Santiago de Chile en una familia acomodada y liberal de ascendencia francesa. Su tatarabuelo era un viticultor francés que emigró a Chile. Michelle estudió medicina y pronto se afilió a la Juventud Socialista en tiempos del Gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende. Ha sido la primera mujer en la presidencia de Chile.
Explica que se hizo política "por la misma razón por la que estudié medicina: yo no puedo tolerar la injusticia, no puedo tolerar el sufrimiento. Además creo que la injusticia no se produce por accidente o por el destino de una persona, sino por factores estructurales sobre los que se puede actuar. Por eso pensé que la política era el mecanismo apropiado para luchar contra la injusticia".

¡REALMENTE ES VERGONZOSO Y ANTICONSTITUCIONAL!

La ONU denuncia la impunidad de la violencia sexual en Europa.

Solo un 14% de los casos abiertos por violación acaba en condena - En medio mundo no se castigan las agresiones domésticas ni los abusos en el matrimonio.

SANDRO POZZI - Nueva York - 06/07/2011

La igualdad entre hombres y mujeres está reconocida constitucionalmente por 139 de los 192 miembros de las Naciones Unidas. Pero ante los ojos de la ley, la brecha entre los dos sexos es importante y eso se traduce, por ejemplo, en que en Europa sea difícil probar los casos de violación ante la justicia o en que 603 millones de mujeres en el mundo no tengan protección legal frente a la violencia doméstica.
En algunos países el 60% de las mujeres ha sufrido agresiones
Bachelet pide a los Gobiernos que desarrollen leyes más protectoras
El informe de ONU Mujeres dice que hay un vacío legal contra la violencia sexista
Las investigaciones se abandonan por falta de pruebas, los costes y el estigma
En este último caso, son mujeres que viven en países donde, además, actos como la violación conyugal no son considerados explícitamente un delito. Eso, en cifras, significa que hay 2.600 millones de mujeres en 52 países que pueden ser asaltadas por sus maridos, sin que estos sufran castigo alguno.
Son algunos datos recogidos en el primer informe de ONU Mujeres, el órgano de las Naciones Unidas para las políticas y acciones en el ámbito de la igualdad de género. Las mujeres, según afirma su directora, Michelle Bachelet, "están marcando la diferencia y provocando el cambio". Pero la discriminación y la injusticia de género todavía son frecuentes en todo el mundo.
Las mujeres, denuncia la expresidenta chilena y directora ejecutiva de ONU Mujeres, "siguen experimentando injusticias, violencia y desigualdades en el hogar y en el ámbito laboral". Algunos de los factores que explican esta brecha son las leyes basadas en costumbres y la religión, que restringen los derechos de la mujer sobre todo en el ámbito privado. Es una lacra también en el mundo desarrollado.
El informe cita un estudio realizado en 2009, que revela que solo el 14% de las denuncias por violación en 13 países europeos (la muestra no incluye a España) acababan en condena. Hay casos, como el de Bélgica, en el que no se llegaba al 5%. Esto, sumado al coste del proceso, las dificultades prácticas, la debilidad de los sistemas judiciales y el estigma social, provoca que el índice de abandono sea elevado.
Eso si llegan a denunciarlos. Hay países en los que el 60% de las mujeres ha experimentado alguna forma de violencia física o sexual. La lacra se repite en todo el mundo. En el 57% de los países miembros, el 10% de las mujeres afirma haber sufrido algún tipo de agresión sexual en su vida. Sin embargo, solo el 11% de ellas lo denuncia. En el caso de robo, el 38% sí busca justicia.
El informe también pone de relieve que en el ámbito laboral hay países donde las mujeres reciben un 30% de salario menos que sus pares varones. Y la mitad de las trabajadoras del mundo están en empleos que carecen de la protección de leyes laborales. De nuevo, las leyes en el ámbito de la igualdad salarial existen en 117 países, pero no se aplican de manera apropiada.
La ONU hace referencia al vínculo que hay entre la brecha por sexos en los salarios y la vida familiar. Es lo que se conoce como "castigo a la maternidad". Cuando el hombre asume una mayor proporción en las tareas domésticas, "la brecha salarial es inferior". Un tercio de los países impide a las mujeres trabajar en los mismos trabajos que los hombres con leyes "paternalistas".
También hay desigualdad en la vida pública, donde la proporción de mujeres en los Parlamentos es del 19% de media en el mundo. Hay 28 países que superan el umbral del 30%, un salto importante frente a los cuatro de 1997. En prácticamente todos, salvo en cinco, fue gracias a las cuotas. Y lo que es más alentador, es que seis de ellos son países que superaron una situación de conflicto.
Bachelet pide por eso a los Gobiernos que garanticen que sus legislaciones protegen a la mujer de la violencia y la desigualdad o apoyando servicios innovadores que garanticen que las mujeres puedan acceder a la justicia. Colocar a la mujer en el primer plano de la administración de justicia -juezas, legisladoras, policías- contribuirá a avanzar en ese camino.
El nivel de representación femenina en el sistema judicial es bajo en Europa, según la ONU. De media, las mujeres representan el 35% de la magistratura y el 32% de los fiscales.
En el caso del cuerpo de policía, el promedio de mujeres baja al 13% del personal total. "Cuando las mujeres son parte del cuerpo policial, las denuncias de agresiones sexuales aumentan", apuntan.
El informe pone como ejemplo a España, al decir que "un mayor número de mujeres en el Parlamento acelera las reformas". Pero no se trata simplemente de un cambio sobre el papel. Para que haya un cambio de actitud, debe velarse por que las leyes se apliquen y garantizar que las mujeres conocen y exigen sus derechos. "La base para la plena igualdad está ahí", concluye Bachelet.
Como señala la ONU, los tribunales fueron el lugar principal al que acudieron las mujeres para reivindicar sus derechos y donde se han sentado los precedentes legales. Es donde acudieron en EE UU una docena de empleadas de la compañía farmacéutica Novartis, por discriminación de salarios y en materia de ascensos.
O lo que hizo Unity Dow en Botswana, para que se reconociera el derecho de ciudadanía a las mujeres e hijos tras casarse con un extranjero.
El organismo también pide a los donantes de fondos para iniciativas relacionadas con la justicia, que destinen más a programas que promuevan la igualdad de género. De los 4.200 millones de dólares movilizados (2.890 millones de euros), solo se aprovecharon para eso 206 millones.

¿¿FUE CIERTO, O SIMPLEMENTE FUE UNA MANIPULACIÓN MÁS??

La mujer más peligrosa del mundo

POR JULIANE VON MITTELSTAEDT

¿Respetada científica o la terrorista más buscada? Aafia Siddiqui tiene dos caras. Procede de una acomodada familia paquistaní y tuvo una carrera brillante en Estados Unidos. Un día desapareció. Cinco años más tarde fue detenida en Afganistán, acusada de pertenecer a Al Qaeda
El 17 de julio de 2008, los hombres salen en masa por la tarde de la mezquita Bazazi de Ghazni, al sur de Kabul. De repente detienen el paso. Han visto a una mujer cubierta con un burka azul que permanece en cuclillas. Hay dos pequeños bolsos junto a ella y agarra de la mano a un chico que tendrá unos 12 años. Podría ser que esa extraña mujer esconda una bomba bajo el burka. Poco después, a 11.000 kilómetros de distancia, suena el teléfono en la central del FBI en Washington. Alguien tacha el nombre de Aafia Siddiqui del cartel de sospechosos en busca y captura y escribe encima: arrestada.


Dos semanas más tarde, la detenida vuela desde la base de la fuerza aérea estadounidense en Bagram (Afganistán) rumbo a Nueva York. Tiene dos heridas de bala en el estómago, pesa 40 kilos y mide 1,63 metros de estatura. El 11 de agosto comparece ante el Tribunal Federal de Manhattan en silla de ruedas y con la cabeza cubierta con un chal. No dice una sola palabra. En octubre llega al Carswell Psychiatric Center de Fort Worth, Tejas, para ser sometida a un reconocimiento psicológico.
Aafia Siddiqui nació el 2 de marzo de 1972, es ciudadana paquistaní y madre de tres hijos. Durante cuatro años se convirtió en la mujer más buscada del planeta. La prensa estadounidense la bautizó como la Mata Hari de Al Qaeda, el "genio femenino" de la organización. Se sospechaba que había reunido fondos para Al Qaeda a base de recaudar donativos y llevar a cabo contrabando de diamantes. "Es la captura más importante de los últimos cinco años", comentó al hilo de su detención John Kiriakou, antiguo cazador de terroristas de la CIA. Pero lo más extraño es que por ahora Siddiqui no ha sido acusada como cómplice de atentados terroristas, sino por el intento de asesinato de soldados estadounidenses y agentes del FBI a los que supuestamente atacó con un arma en Afganistán. Un delito penado con hasta 20 años de cárcel.
La mujer que ostenta estos cargos procede de una familia burguesa paquistaní y pasó más de 10 años en universidades de élite de Estados Unidos. Estudió biología como becaria en el Institute of Technology de Massachusetts y realizó una tesis doctoral en la Universidad Brandeis, donde se le consideraba una científica destacada. Hasta que, hace más de cinco años, desapareció en Karachi, su ciudad natal, junto con sus tres hijos: Ahmed, de siete años, Mariam, de cinco, y Suleman, de seis meses (los dos mayores, de nacionalidad estadounidense). Ella afirma que fue secuestrada, recluida en una cárcel secreta y torturada por estadounidenses. Y que le quitaron a sus hijos, dos de los cuales todavía siguen desaparecidos. La CIA niega que sus agentes organizaran la desaparición de Siddiqui. Michael Scheuer, que de 1996 a 1999 formó parte de una unidad para cazar a Osama Bin Laden, comenta: "Jamás hemos arrestado ni tenido prisionera a una mujer. Es una embustera".
Tras la detención el 1 de marzo de 2003 de Rawalpindi Chalid Sheikh Mohammed, acusado de ser el cerebro de los atentados del 11-S, se produjo una cascada de arrestos. Mohammed debió de mencionar el nombre de Siddiqui, y cualquier persona que nombrara era considerada por la CIA como importante terrorista de Al Qaeda. Justo ese mismo 1 de marzo, ella envió un correo electrónico desde Karachi a su profesor Robert Sekuler, de la Universidad Brandeis de Boston, para solicitar trabajo. "Lo que más me gustaría es trabajar en Estados Unidos", escribe. En Karachi no hay ningún puesto para una mujer con su formación. Pocos días después, desaparece. Sale por la mañana de casa de sus padres, con sus tres hijos, con intención de tomar un vuelo a Islamabad.
Ella asegura que fue secuestrada ese día camino del aeropuerto. Y que sus captores le arrebataron a Ahmed y Mariam, así como al niño de pecho. Sintió un pinchazo en el brazo, y cuando volvió a recobrar el conocimiento se encontraba en una celda; cree haber estado recluida en una base militar en Afganistán, porque escuchaba aviones despegar y aterrizar. Permaneció incomunicada durante cinco años y siempre fue interrogada por los mismos estadounidenses. De Suleman nunca volvió a saber nada; de Ahmed, su hijo de siete años, le enseñaron una foto en la que se le veía tumbado en medio de un charco de sangre. A la única que le dejaron ver de vez en cuando fue a Mariam, como una sombra detrás de un cristal opalino. La abogada Elaine Whitfield Sharp, que representa a esta familia desde el año 2003, está convencida de que Aafia Siddiqui fue considerada una prisionera muy valiosa y pasó cinco años en uno de los blak sites de Bagram, en un agujero negro de la legalidad.
Pero, ¿quién es realmente esta mujer? Su hermana Fauzia tiene ante sí varios álbumes de fotos. Nos recibe en la terraza de un oasis en medio de la ciudad de Karachi. Los Siddiqui son una familia paquistaní modélica, moderna y devota al mismo tiempo. El padre era cirujano; la madre es ama de casa. Los tres hijos estudiaron en el extranjero. Mohammed vive en Houston, donde trabaja como arquitecto; Fauzia es médico. "Mi hermana es inocente, no podría hacerle daño a nadie. Tiene que haber un error". Acto seguido abre los álbumes, donde aparece una mujer joven que adora los trajes de seda de vivos colores y rara vez lleva la cabeza cubierta con un pañuelo. ¿Es posible que alguien así sea "la mujer más peligrosa del mundo"?
Aafia Siddiqui llevaba en Boston una vida no sólo entre dos países, sino entre dos mundos, que colisionaron en 1995 cuando sus padres concertaron su matrimonio. La novia no vio nunca a su marido antes de la boda; se casaron por teléfono, ella, en Boston, y él, en Karachi. Su marido, Amyad Jan, anestesista, se trasladó a Boston. Tuvieron dos hijos, Ahmed y Mariam. Amyad pegaba a su mujer y a los niños. Poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, ella regresó con los niños a Karachi. Meses más tarde estaba de nuevo en Boston. El matrimonio deshizo la casa, regaló los muebles. El 26 de junio de 2002 volaron de regreso a Pakistán. Pocas semanas después, Amyad Jan se separaba de su mujer, embarazada de Suleman, aunque en esas circunstancias es imposible separarse según el derecho islámico.
Ella realizó un doctorado en ciencias neurológicas. Ahí tenemos a una Aafia Siddiqui, la inteligente académica y paciente esposa. Pero existe también otra Aafia, la moralista devota y diligente recaudadora de donativos.
Cuando era una joven estudiante de biología hacía propaganda del islam. Conoció a varios islamistas convencidos a través de la asociación estudiantil musulmana del Massachusetts Institute of Technology (MIT). Por ejemplo, a Suheil Laher, el imán de la asociación que antes del 11-S abogaba abiertamente por la islamización y la yihad. Aafia recolectaba dinero para huérfanos de guerra bosnios. Había encargado carretadas de ediciones en inglés del Corán y de literatura religiosa, que guardaba en una mezquita y repartía por las prisiones. No existen indicios de que se entregara a la causa de la guerra contra los infieles.
Pero sí existen acusaciones graves, la mayoría conocidas tras su desaparición. Entre otras, hay una que convierte definitivamente a la misionera musulmana en terrorista: supuestamente, en junio de 2001, pocos meses antes de los atentados de Nueva York, Siddiqui viajó a Monrovia, la capital de Liberia, por encargo de la cúpula de Al Qaeda, para traficar con diamantes por un valor de 19 millones de dólares que sirvieron para la financiación de la organización terrorista. Alan White, el antiguo investigador jefe de la ONU que rastreaba el comercio con diamantes de guerra, jura todavía hoy que Siddiqui era la mujer que apareció en Monrovia el 16 de junio de 2001 bajo el nombre de Fahrem. Uno de los testigos de la identificación fue su chófer.
Estas acusaciones son una mezcla de hechos y conjeturas. Lo único seguro es que hasta ahora no se ha conseguido probar ninguna de ellas, o, de lo contrario, Aafia Siddiqui estaría inculpada de terrorismo. Pero sí han bastado para caer en las redes de los cazadores de terroristas durante los años dominados por el pánico desatado a raíz del 11-S. La abogada Elaine Whitfield Sharp dice que el que estuvo bajo sospecha en Estados Unidos desde el primer momento fue el marido, quien, según su familia, se encuentra en Arabia Saudí.
Los policías que la detuvieron aquel 17 de julio de 2008 junto a la mezquita de Afganistán no encontraron material explosivo, sino pequeñas botellas de plástico con productos químicos, un soporte de datos, así como documentos escritos en urdu y en inglés en los que se habla de bombas sucias, armas biológicas y reclutamiento de terroristas. Siddiqui llevaba desaparecida desde marzo de 2003 y explica así su presencia frente a la mezquita: tenía que seguir un plan, el viaje a Ghazni era la condición para su liberación. Sus guardianes le habían pertrechado con los documentos y los productos químicos. Su abogada habla de partida amañada. Posiblemente, los estadounidenses ya no sabían qué hacer con su prisionera, así que... ¿Planearon todo para que la policía de Ghazni la matara a tiros? Disposal order, orden de eliminación; así es como lo llaman en la CIA. "Habría sido el asesinato perfecto", opina la abogada.
Concurren muchos factores extraños en torno a esta detención. Aquel día llegó a Ghazni una unidad antiterrorista de la que formaban parte 10 o 12 estadounidenses. Entraron en la estancia, donde sólo había una puerta. Un afgano que quiere permanecer en el anonimato dice que uno de los estadounidenses se encaminó inmediatamente hacia Siddiqui y pocos segundos después sonaron unos disparos. Ella cuenta que perdió el conocimiento. Fue conducida, herida de bala, a la unidad médica de la base estadounidense de Bagram; allí fue operada y sobrevivió de milagro.
La acusación de la Fiscalía de Nueva York asegura que ella se apoderó del fusil de asalto M4 de uno de los soldados estadounidenses, le quitó el seguro y disparó varios tiros, aunque sin dar en el blanco, en pocos segundos. Entonces, un soldado le disparó en legítima defensa. Pero es necesario conocer el funcionamiento de un M4 para quitarle el seguro. Además, ¿dejaría un soldado estadounidense el arma a su lado cuando tiene cerca a una buscadísima terrorista de Al Qaeda?
El dictamen sobre su estado psicológico está en poder del juez de Nueva York desde principios de noviembre. En él se dice que la acusada no está en condiciones de defenderse en el juicio. Si a pesar de todo se celebra el proceso y el tribunal acepta la versión de la acusación, no se hará mención de las supuestas implicaciones terroristas y no hará falta demostrarlas.
Pero entonces jamás se resolverá el enigma de por qué Aafia Siddiqui, la inteligente científica, llegó a ser considerada alguna vez como la mujer más peligrosa del mundo.
© Der Spiegel.

El negocio de la literatura machista árabe en España

La ley de la oferta y la demanda ha propiciado que numerosas librerías españolas hayan pasado de tener en su lista de autores más vendidos a Stieg Larsson, o Carlos Ruiz Zafón a hacer hueco a Aid Ibn Abdullah Al Qarni. Si no les suena no se preocupen; tampoco les resultaba familiar a los libreros que trabajan junto a las mezquitas de nuestro país. Pero resulta que este doctor, estrella de la televisión en Arabia Saudí, es el autor del libro que más se está consultando ahora mismo en los centros sagrados. Su título: Tú puedes ser la mujer más feliz del mundo
Nos encontramos ante una especie de guía de buena conducta para la mujer que se sintetiza en la sumisión de la mujer al hombre y en la necesidad de evitar el contacto con la sociedad occidental para no ser 'intoxicada'.


Portada de uno de los libros de Al Qarni

La proliferación de este tipo de literatura, adelantada por José María Irujo en El País en su edición de hoy, es un hecho vista la traducción al castellano de varias obras de Al Qarni. Sus consejos son muy variados aunque el tono machista prevalece en la mayoría de ellos:
  • "El sistema familiar islámico es lo mejor para la mujer porque por naturaleza permanece en el hogar cuidando y educando a sus hijos [...]. Permanece en el hogar y no lo dejes excepto por razones serias y necesarias [...]. No gastes tu tiempo escuchando canciones o mirando novelas"
  • "Hazle caso [al marido] y obedécele pues la complacencia trae tranquilidad y la obediencia al marido complace a Allah; asegúrate de lucir y oler bien, no debe ver ni oler nada feo en ti; prepárale la comida a tiempo y mantén silencio cuando duerma pues el hambre es como las llamas que arden y si le molestas en su sueño harás que se enfade".
El demostrado tirón de este escritor no se reproduce en internet. Al menos no de momento, ya que una de las páginas inspiradas en su obra 'Nada te turbe' apenas cuenta con un puñado de seguidores en el Facebook español. En cambio, sí lo hace en foros más específicos donde se intercambian consejos y se avisa de dónde se puede encontrar el libro (que a menudo se agota) provocando que el Instituto de la mujer ya haya mostrado su preocupación asegurando el inicio de una investigación.
Esta polémica sobre la publicación de este tipo de libros en el territorio nacional no es nueva. Mohamed Kamal Mustafá, de 50 años e imán de la mezquita de Fuengirola, ya fue condenado hace unos años por incitación a la violencia. El delito radicaba en que en su libro 'La mujer en el islam' explicaba cómo pegar a la mujer sin dejar marcas. Sin embargo se libró de la prisión a cambio de un curso sobre derechos humanos.

dimarts, 5 de juliol del 2011

¡¡¡Un hombre afectado de "sexsomnio" absuelto de violación de una adolescente!!!

Fuente: Bertrand Langlois  AFP 

Un británico acusado de violación de una adolescente fue absuelto este lunes por sufrir "sexsomnio", un mal por el cual una persona tiene relaciones sexuales mientras duerme y al día siguiente no se acuerda de nada.
Un tribunal de Swansea, en el País de Gales, liberó a Stephen Lee Davies, de 43 años, quien pidió ser declarado inocente al argumentar que no puede impedir hacer el amor mientras está dormido.
Llamadas a testimoniar, su esposa y una ex amiga confirmaron que Stephen Lee Davies mantenía relaciones sexuales con ellas sin estar consciente y se despertaba al día siguiente sin acordarse de nada, declararon.
El hombre era acusado de haber violado a una adolescente de 16 años que la familia albergó durante una noche en septiembre de 2009. Al día siguiente de la violación, Davies se sorprendió al ver que la joven había escapado de la casa y le envió mensajes preguntándole si todo iba bien.
El doctor Chris Idzikowski, experto en la escuela del sueño de Edimburgo (Escocia), explicó que el 'sexsomnio' se parece al sonambulismo y quienes sufren de ese mal no tienen "ninguna conciencia" de lo que hacen.

_ VIVA EL SISTEMA JUDICIAL  QUE NOS AMPARA; MÁS DE UNO YA TIENE LA CUARTADA PERFECTA PARA HACER LO QUE LE VENGA EN GANA, MÁXIME CUANDO ESTE CASO YA HA CREADO JURISPRUDENCIA EN LAS CORTES BRITÁNICAS. 

LAMENTO MUCHÍSIMO EL DOLOR QUE DEBE ESTAR PASANDO ESTA CHICA DE 16 AÑOS, A LA QUE CURIOSAMENTE NADIE ESCUCHÓ PEDIR AUXILIO; MENUDO SUEÑO MÁS PROFUNDO TIENEN LOS HABITANTES DE ESA CASA.

Un abrazo.
María González